no hay salida

A cada paso la niebla se hace más y más densa, rodea tu garganta y aprieta hasta no volver a dejarte respirar.
Y ese sol que lejano brilla con fuerza no es ahora sino un recuerdo de lo que pudiste ser y no has sido.
La espesa vegetación se enreda en tus piernas, te hace caer una y otra vez, no te permite correr.
Tus manos están tan entumecidas por el frío que las sientes a una eternidad de distancia.
Tu voz queda atrapada en cualquier roca.
Las paredes de la desesperación son lisas, tanto que tu piel agrietada no se puede sujetar a ellas.
Tu imaginación abandonó tu mente, y ahora, cogida de la mano de tu corazón te dice adiós, dejándote sumido en un eterno pozo en el que jamás podrás descansar, pues no hay oscuridad, sólo llantos desconsolados.